miércoles, 17 de abril de 2013

Y así dicen que se llaman

Los 10 ganadores:

Arturi (Nicolás)
Se terminaba el año 1978. El lugar era Lomas de Zamora, en Buenos Aires, La Argentina. La Selección local había ganado el Mundial de Fútbol. El Presidente era Jorge Videla.
Cristina esperaba a su primer hijo. O hija. Si usted que lee esto tiene menos de 25-28 años, quizás no sabe que eso de saber el sexo antes de que el niño nazca es posmoderno. En esa época uno se embarazaba y elegía dos nombres: uno de nene, y uno de nena. Cuando el bebé nacía, una rápida inspección ocular daba por terminado el suspenso. De este modo, a uno lo llamaban por su nombre por primera vez cuando todavía estaba llorando, en los brazos del médico.
Pero eso, en el caso de Cristina, todavía estaba en duda. O, como dirían pa'l norte, "fifty-fifty". Porque Cristina ya sabía que si su niño era niña, se iba a llamar María Agustina. Pero si era niño, la cosa estaba dudosa.
El segundo nombre iba a ser Roberto. Padre y abuelo se llamaban así, así que, si era primogénito, era "Algo" Roberto, por tradición (Una que, me cuentan, él no piensa continuar). Como primer nombre sonaba fuerte Sebastián. Hasta que alguna amiga o un familiar de esos metidos, le recordó a la madre que todos lo iban a cargar por una propaganda, famosa en esa época, de pollos "San Sebastián doble pechuga" (desde que supo esta historia se preguntó si ya todos sabían que iba a ser panzón). En fin, fuera Sebastián, y volvemos a "Algo".
Hasta que pasó una de esas cosas raras que pasan cada tanto. Una de esas pequeñeces que se vuelven historias. El hermano de Cristina, de visita, pasó por delante de la panza, la acarició con suavidad, y dijo "Hola, Nicolás".
Las cosas cayeron en su lugar. Nicolás Roberto.
Como para refrendar la historia de su tío, Nicolás Roberto nació el 6 de diciembre de aquél año, que es, según el santoral cristiano, el día de San Nicolás de Bari.
Nota del autor: me cuentan que, desde la escuela primaria, a Nicolás no lo llaman ni por su nombre, ni Roberto, ni siquiera María Agustina. Casi todos los que lo conocen le dicen por su apellido. Pero bueno, todo no se puede.

Baldur Wolfert
Esta es una historia real, que surgió cuando cursaba el colegio secundario en el partido de San Martín, más precisamente en el colegio "Instituto Maipú". Una etapa muy linda, donde con pocas obligaciones quedaba mucho tiempo para la aventura y la diversión.
Entre varios compañeros, había dos que eran muy unidos entre ellos, el dúo inseparable era  conocido con el nombre: "el sueño del pibe". Esto se debe a la unión de sus apellidos Berga-Grande. A Lucas Berga lo vi el año pasado en un encuentro de ex alumnos del colegio y tengo su tarjeta, muy buen pibe, me dio alegría verlo. Y Gastón Grande se dedico a la actuación, trabajó en varios programas de TV, en cine y teatro. Y por esas vueltas de la vida, ganó  en el año 2011 el premio " Actor Revelación de Comedia (Premios Carlos), por su papel en Flor de Pito, interpretando el papel de Doctor Choco." (Esto se  puede ver en Wikipedia)

Brenda Bauza
Nombre + Apellido: ­igual a duda existencial
Mi historia no es graciosa, el nombre al que refiero tampoco, pero manifiesto la experiencia respecto de lo que puede influir el nombre de alguien en la vida diaria, por más que en apariencia sea uno más.
Mi historia se sitúa cuando accedí a participar de una muestra de “Constelaciones Familiares”, un poco difícil me resulta contar en qué consiste esta terapia psicológica realizada en forma de Taller, pero en pocas palabras podría decir que es un encuentro en el cual plantean que para solucionar algún problema personal rápidamente uno debe “abrirse a otra dimensión y si bien continúo, también tengo relación con lo pasado. Tomamos todo el pasado y vamos al futuro”. , por si les interesa un poco más en profundidad entender el tema http://www.constelacionesarg.com/actividades.html
Y este Taller se comparte con personas que uno no conoce, entre ellas estaba Adolfo Mengele, un hombre de 50 y pico de años, rubión, grandote, a quien veía por primera vez (en apariencia en estado psíquico normal). Yo no tenía intenciones de participar en la constelación (solo iba para hacerle el favor a una psicóloga amiga que comenzó realizando este tipo de terapias). Obviamente te deben ver la cara de “por favor no cuentes conmigo” y me llamaron para participar en la Constelación de Adolfito. Esta constelación significa: El consultante plantea un tema o problema y luego de una entrevista breve, focalizada, se acuerda con él una hipótesis de trabajo.
Se le solicita que ubique en el espacio esa imagen interna que tiene del “problema”. Cuando el trabajo es grupal, se elijen representantes para el consultante (ahí estuve yo!) y su problemática, y estas personas tienen sensaciones coincidentes con aquellas a quienes representan, sin conocerlas, ni tener información sobre ellas, confirmándolo con el consultante. Básicamente había que ver que se sentía frente a los problemas que planteaba Adolfito.
Adolfito me miró a los ojos un rato laaaargo, miró a la mujer de al lado también participante como yo (otro rato largo), bajo los ojos, se sintió como aliviado, nos preguntaron nuestras sensaciones. La verdad yo lo único que sentí era hambre (eran como las 2 de la tarde y no había almorzado), pero traté de profundizar y dije que mi sensación era “tranquilidad”, la mujer de al lado ni me acuerdo que dijo pero algo parecido a mi sentimiento, y entonces Adolfito con alegría tranquila esboza: no tengo nada que ver con estos sádicos……
Muuuucha intriga me llevó a lograr que alguno de los participantes del Taller me cuente que este hombre es adoptado y al no tener en claro nada de su historia familiar siente que su nombre es una conjunción de Adolf Hitler y Josej Mengele, un médico nazi apodado “el Angel de la Muerte”. Teniendo en su mente que sus padres eran descendientes de Josef, e idolatraban a Adolf, trata de identificar si los sentimientos que llevaron a estos personajes horroríficos se encuentran en su interior guardados. Y según me comentaron los más experimentados en Constelaciones, yo podría representar alguno de los sentimientos más oscuros de esos criminales…y por suerte el sentimiento más profundo era comerme una milanesa de soja con puré de calabaza….

Daniel Giudice
Mi historia comienza en la querida Italia de donde mi familia proviene. Nosotros somos los Giùdice y mi bis abuelo don Marino Giùdice desembarco en las costas uruguayas huyendo de la guerra y buscando un futuro prospero (el cual no lo encontró, por lo menos que yo sepa) para su familia que tenía la sana costumbre de ponerle el  nombre del patriarca a su hijo primogénito, la mía no es la excepción por lo tanto mi abuelo le puso MARINO a su único hijo nacido en Uruguay  y  este hizo lo mismo con su primogénito (mi tío MARINO)
Bueno el caso es que desde el arribo al barrio de mi familia  y su vínculo con la parroquia de la zona por ser el proveedor directo de  hortalizas, frutas y legumbres. Todo el barrio nos conoce a nosotros como "los Marinos" durante 3 generaciones.
Un día empezando mi búsqueda natural del sustento propio le entrego un curriculum a un amigo de mi padre el cual gestionaría una entrevista para conseguir un empleo por demás beneficioso económicamente para su servidor, por lo tanto puse como referencias personales al párroco de la iglesia que me vio nacer y formarme (que mejor referencia, no?). Al otro día fui a una entrevista en recursos humanos, en la cual me fue muy bien, solo restaba verificar las referencias y me llamaban para arrancar inmediatamente.
Pues no  me llamaron... entonces me comunico con el amigo de mi padre que ofuscado me dijo:                           "¡Pelotudo! ¿Qué referencias diste? llamaron a la parroquia y dijeron que no conocían a ningún Mario Giùdice y entonces llamaron al que seguía en la selección"
Yo no podía creerlo... porque no hay nadie en el barrio que no me conozca a mí o a mi familia y arranque para la parroquia a ver qué paso, entonces al entrar me encuentro con la Sra. que atiende la puerta y se encargada de administrar, cocinar y limpiar la parroquia que me conoce desde niño y me hacía arroz con leche solo por darme el gusto (divina la viejita, dios la tenga la gloria). Acto seguido le pregunto: - ¿Carmen sabes si alguien llamo para preguntar y pedir referencias personales mías?
- Ay no marito
- ¿Segura Carmen? ¿No me llamaron de "tal" empresa?
- Ah, sí llamaron (hizo una pausa  y me miró sin entender nada)
 Entonces ahí me cayó la ficha y le dije: ¿Carmen cómo me llamo yo??
- Marito
- ¿Marito qué Carmen?
- MARINO
Y ahí me la mire, le di un beso y me fui. Divina la viejita, me hizo perder terrible trabajo... que Dios la tenga el gloria. ¡Qué loco pensar que la gente que te vio nacer y crecer en el barrio y que uno puede pensar que sabe todo de vos! TE PUEDEN CAGAR ESE RATITO DE VIDA POR UNA SIMPLE PAVADA, COMO EL NOMBRE
Querido jurado de notables, este caso es verídico, me encantaría tener pruebas, pero como verán es más anecdótico que otra cosa

Emo Alonso
Durante 3 años trabajé en un instituto que preparaba a niños para el ingreso al secundario; allí entre tantos compañeros estaba DARIO. Si bien no compartíamos actividades extralaborales, teníamos un buen vínculo. Lo llamativo de Darío, no eran sus dotes físicas o intelectuales; aunque de las primeras no tengo nada que opinar y de las segundas solo puedo decir que era un buen docente... lo llamativo era su apellido. Éste no hacía referencia a ningún aspecto particular de su persona, pero era FEO. No, Darío no era feo; o sí, no sé. FEO era el apellido. No es que tuviera un feo apellido, FEO era el apellido. Sí, F-E-O. Sin embargo, lo que se hereda no se elige y si bien viene a cuento para la historia, no es "LA HISTORIA".
Cuando yo lo conocí él tenía una simpática familia compuesta de su mujer (que no recuerdo el nombre) y una pequeña de 2 años llamada LEILA. Un día quedaron embarazados nuevamente, brindamos, festejamos, nos reímos, hicimos chistes, fuimos haciendo el seguimiento semana a semana de vómitos, controles, ecografías y demases hasta que llegó un día con un sonrisa de oreja a oreja a contarnos que era un varón... "¡Buenísimo la parejita!" dijo alguien medio ñoño. ¡Macho! dijo otro. Hasta que algún hijo de puta vino a hacer la pregunta de rigor... ¿Ya pensaron nombres??? No hace falta que les diga la complejidad que tendría esa pobre madre para elegir la combinación que marcaría para siempre a la pobre criatura. Cuando ella se enamoró nunca pensó que sus hijos portarían semejante apellido. Luego las cartas ya estaban echadas.
Cuando nos dijo que el nombre ya estaba decidido se creó una expectativa enorme, se hizo silencio y lo dijo. El silencio posterior fue aún más profundo. Nadie se atrevió a decir nada, nos miramos y con una sonrisa incómoda alguien se atrevió a repreguntar... ¿Dale en serio? "En serio es el nombre que a nosotros nos gusta" Quisimos hacerlo entrar  en razón, repetimos el nombre sílaba a sílaba, le recordamos que su hijo haría la escuela secundaria y sería un blanco irrenunciable para las cargadas de sus compañeros... Nada lo hizo reconsiderar la decisión.
Unos meses después en un moisés blanco con vivos celestes YOEL descansaba plácidamente sin imaginar su predecible futuro, ni lo abultada de la cuenta que le pasaría el analista.

Gusti Furman
Esto data de hace algunos años atrás, y para ponernos en contexto comentamos lo siguiente. Grupo de amigos de entre 20 y 25 años, pertenecientes a un mismo equipo de futbol, yendo a jugar contra otro club, en el marco de la gran catalogada liga FACCMA. Ahora bien, al momento de entrar al lugar nos encontramos con la garita de seguridad, y una señorita que nos pide los nombres y nos cobra el estacionamiento. Dentro de los integrantes del auto, quien manejaba contestaba al nombre de Federico Amigo. Pues luego, al momento de ir repasando los nombres uno por uno, cuando llega el momento del conductor la señorita pone cara de "ya sé que no soy una autoridad respetable, pero tampoco me tomen para el chiste amiguitos", ante la repregunta de la señorita, el auto comienza a estallar de risas, hasta que nuestro Amigo Amigo, termina de explicarle que no es un chiste, que ese es su verdadero apellido. Al culminar esa explicación el conductor comienza a reírse cuando ya el auto estaba callado, y ante esto, los demás integrantes le preguntan del porque de su risa tardía, a lo que el argumenta, pobre mina, en el auto de atrás viene Nicolás Mikey.

Julia Goldberg
No, claro. Es que yo no le dije. Yo le quise decir pero claro, justo justo. Justo cuando le dije usted entendió mal y entonces me empezó a nombrar de un montón de formas distintas que se le iban ocurriendo pero claro, no me llamo así. Ni chabón, ni amigo. No soy su amigo, disculpe que me distancie, pero no lo soy, apenas si nos conocemos.  No soy "master" y tampoco "maestro", con suerte pasé la secundaria para que usté piense que soy maestro de algo. No me venga con eso de "don". No tengo ningún don y lamentablemente la vida se encarga de confirmar que don Juan tampoco soy. Nada de dones.
Lo de señor me queda un poco incómodo y decirme joven es como reírse en mi cara. Decirme "papá" o "abuelo" es una falacia y una familiaridad que está de más.
Mejor dejémoslo así. Yo le dije y usted no entendió o yo no le dije y usted entendió y se hizo el sota, vaya uno a saber porque nunca se sabe nada. Mientras no me diga "mi amor", "bichi", o "cariño", más o menos vamos. El resto está de más. En fin, vengo a buscar la planilla para llenar el formulario, gracias.
 
Marto Golzman
"Como siempre, los payasos son los primeros en todo"
No se sabe bien donde, no se sabe bien cuando. Pero la historia más repetida del conjunto familiar, se supone transcurre en la plaza del barrio, aproximadamente en el año 1987.
El protagonista de esta historia Gaby, mi hermano. Situémonos entonces en la plaza. Día primaveral del año 87, cabe destacar que el cumpleaños de Gaby es el 21 de septiembre,  lo que nos hace deducir, que ya se encontraba en la tierna edad de 4 años. En el medio de la plaza un payaso, lleno de niños alrededor. El payaso hace la pregunta más temida por algunos y mas festejada por otros ¿hay algún chico que se anime a pasar? Gaby, que a aquella edad no conocía aun la vergüenza o el pánico escénico, valientemente alzo su mano y fue elegido entre tantos, que deseaban como él, la oportunidad de ser el centro de atención.
Lo que ocurrió a continuación sigue dando que hablar.
Payaso: ¿Cómo te llamas?
Gaby: Gaby, respondió con absoluta claridad.
P: ¿Ah te llamas Gabriel?
G: No, me llamo Gaby.
 P: Bueno, pero en realidad tu nombre es Gabriel y te dicen Gaby.
En ese momento Gaby o Gabriel, como ya es evidente, giro la cabeza en dirección de la única persona que podía defender su caso. En esto encontró a su madre con los hombros alzados y haciendo un ademan con la cabeza que solo podía significar "y...si, te llamas Gabriel".
 Si bien el pobre Gabriel tuvo que volver a sentar los cimientos de eso que conocemos como principio de identidad, hoy en día podemos reírnos y afirmar que mi hermano conoció su nombre por boca de un payaso.
Hasta el día de hoy, la bobe confunde esta, con otra historia y asegura que el payaso era Hugo Midon.

Nadia Zimerman
El monólogo de Jaime Bond
Mi nombre es Bond, James Bond.
Bueno, en realidad soy Jaime.
Jaime Bondorovich, un gusto. No me miren así por favor.
Es que mi viejo era un fanático; y siempre creyó que su apellido era un sino.
Apenas salió de ver Nunca digas nunca jamás (con Sean Connery, él le decía Yonny, tenía un poster autografiado en su oficinita, un poster que consiguió por correo después de mandar 87 cartas a Estados Unidos. Al lado había una patente de auto con el nº cero-cero-siete) Apenas salió, decía, confundió a mamá con Kim (la rubia infartante que había conquistado Yonny en la película) y se le abalanzó.
Mamá estaba acostumbrada, pero no dejaba de sentir cierta inquietud.
En fin, que no bien termina todo, él le susurra: “le vamos a poner James”.
Mi vieja le tenía mucho cariño, pero también un poquito de miedo. Y por miedo, precisamente, a que cometiera alguna locura (porque estaba loco, pero hasta ahí era un loco “lindo”, de esos que hacen sonreír y dan como penita) le siguió la corriente.
Cuestión que a los nueve meses nací yo.
“Bond” dijo papá. “James Bond”.
La mujer del Registro Civil tenía un rodete tirante, anteojos de marco grueso y un poco de bigote; más bien una sombrita negra (esto me lo contaron, claro, yo era un bebé); se quedó con la birome entre el dedo índice y pulgar, y de a poco fue  golpeteándola, cada vez más rápido contra la pera; en un movimiento pera-bigote-pera, recubierta de una pelusa a tono con la sombrita.
“Señor; eso que ve atrás suyo es una cola. De gente. Haga el favor de dejarse de embromar y apúrese que no tengo todo el día”.
Mamá esperaba a un costado junto con mi tía, conmigo upa envuelto en una mantita blanca. Y empezó a preocuparse. Miraba de reojo al policía de la puerta. 
Papá insistió: “Señora.”
“Señorita” contestó la mujer.
“Señorita. Anote: James Bond.”
La tipa hizo un movimiento brusco con la cabeza y resopló. Hacia el guardia.
Mamá, que me sacudía de arriba abajo para mantenerme entretenido y calladito, empezaba a sentir calor y a sofrenarla a mi tía que quería llevarse a papá por la fuerza.
“A ver, qué parte no entendió caballero. Acá no inscribimos en extranjero. Acá hablamos castellano, sí? ¿Qué hablamos acá?”
“Castellano” contestó mecánicamente papá en voz baja; fue una regresión repentina: en el colegio de chico lo obligaban a repetir la última palabra del discurso lectivo,  cosa que se usaba mucho en la época. Pero enseguida recapacitó: “Señora. James Bond es un nombre internacional. Lo entienden acá, en Suecia y en la China”.
Justo ahí me largué a llorar; con tal chillido que mi tía empujó a un par de viejas de la fila hasta llegar a un metro de papá.
Mamá fue a distraer al guardia con la excusa de sacarme a tomar aire. Pero no tuvo éxito.
“¿Algún problema?” preguntó el guardia a la empleada.
“Ninguno, agente. Con la señora nos estamos entendiendo a la perfección. Simplemente que no sabe anotar el nombre de un ser humano”.
“Ah bueno. AH BUENO” se escuchó que decía la mujer; “esto es el colmo. Graciela!”
Otra empleada de uniforme gris se acercó al mostrador.
Mi tía se peleaba mientras con una vieja de la cola que la acusaba, precisamente y con razón, de colarse.
“¿Qué pasó Beatriz?”
“Hacé el favor de atender al señor. Yo me voy a la catorce” Y despareció por una puerta que decía 14.
Mamá ya no sentía las piernas; veía de lejos, como en una niebla, el tumulto; la gente protestando, insultando, papá que no se movía, el guardia que lo agarraba del brazo y movía la boca sin parar.
Mamá salió a tomar aire, sin dejar de moverme de arriba abajo, como en hamaquita.
Finalmente  salió papá sacudiendo una libreta roja.
Un hombre le cedió una silla a mi tía. Mamá veía cómo gentilmente levantaba y bajaba la mano varias veces moviendo la nada. Parecía que la estaba apantallando; la tía tenía la mejilla rasguñada y el pelo revuelto.
Yo había parado de llorar. Mamá se fijó en la libreta. “¿Así lo anotaron?”
“Sí” le contestó papá “No hubo caso”.
Mamá fue a buscar a la tía y salieron del bracete. Papá prendió un cigarrillo.
Mamá me envolvió todavía más, como un matambre,  y suspiró.
“Yo te dije que éste no era el que te convenía. Te lo dije o no te lo dije?” le gritó  prácticamente mi tía, que nunca se lo había bancado a mi viejo.
“Sí, me lo habías dicho.  Jaime, saludá a tía Moni.”
“¿JAIME!!!??” chilló la tía. “Pobre criatura. Pobre criatura”.
Se alejaron los tres por la vereda. Algunos del Civil se habían asomado a la puerta, murmurando.
Veinticinco años pasaron, de aquella mañana.
Por eso les repito, no me juzguen.
Mi nombre es Bond. James Bond.
Pero si quieren pueden decirme Jaimito.

Pablo Rodriguez
Esta es mi historia:
Le pregunte a mi padre sí tenía un nombre en la familia que fuera raro. Paso a detallar diálogo.
Yo- "che, Pa! ¿No sabes de un familiar que tenga un nombre raro?"
Papá - "sí, sí...... Tu abuela se llamaba Flora....."
Yo- "¿y? "
Papá - " y eso, se llamaba Flora... Para que querés saber?"
Yo- " es para un juego que tiene consignas por semanas donde participamos un montón de gente"
Mi hermano- (intervención fundamental) " aaah....ese juego que están tus amigos de ARGENTINA..."
Papá - " ARGENTINA? ..... Cemento....... Muro.....trabajo....voluntario.......sí es necesario.....!&!#*@!&"
Hasta ahí pude llegar, se corto el diálogo por el resto del día.  
Conclusión: mi abuela se llamaba Flora y no sé porque yo me llamo Pablo y a papá no le gusta el juego!

Una de las menciones especiales de 3 puntos:

Federico Rutt
ZITRO
Dirán, este es "Categoría Inventado", pero no, es verídico, como casi todo lo que les escribo aquí.
Como cada vez que uno empieza con algo, lo que vale siempre es la primera impresión y lo que me sorprendió fue la palabra "Ludópata". Y como algo tengo que ver en esa palabra y me gusta relacionar todo, hasta lo irrelacionable, he usado métodos como la correlación y la convolución para que me ayuden, "casi descubro la Fusión en Frío, pero eso lo dejo para después", me gustó relacionar Ludópatas con máquinas tragamonedas.
Por eso la elección del nombre ZITRO, nombre de unas maquinitas de bingo que tanto gustan a un montón de ludópatas más. Y como me gusta interiorizarme de todo, hasta el más mínimo detalle, me pregunte porque Don Ortiz, las había bautizado de esta manera.
Don Ortiz, junto con su hermano, habían seguido la empresa de su padre, o la habían creado ellos, en este momento tengo las dos versiones, pioneras en máquinas de bingo, “Ortiz Gaming”, luego de unos desacuerdos, por llamarlos de forma elegante, deciden cada uno de los hermanos, emprender su camino, uno siguiendo con la compañía y otro creando otra con el nombre ZITRO.
Fue grande mi sorpresa cuando ni siquiera en “San Google” encontraba la respuesta del significado de este nombre, no tenía que ver con juego, no venía de ninguna palabra germana, no era el nombre de ningún vikingo con diente azul, por lo que mi interés cada vez fue creciendo más y más, entonces decidí comenzar desde el principio para intentar lograr descifrar el significado de este nombre el cual estaba envuelto en un gran misterio, al menos para mí y seguro en grandes estudios académicos a los cuales jamás sería capaz de acceder o entender, ni decir por si acaso si había algo de ocultismo o esos menesteres, evidentemente este NOMBRE  llegaba al límite de lo …
Para para para, y si empezamos por lo fácil, porque creemos que todo es tan complicado, producto de académicos sobresalientes y demás…
Cuando dije arriba “empezar desde el principio parece que no me había referido realmente al principio”. Y si claro, Don Ortiz no se había esforzado mucho por la elección del nombre de su empresa, quizás hasta lo dijo en chiste, quizás con unas copas o vaya a saber porque, pero todo el misterio del nombre quedo develado al acordarme de uno de mis escritores favoritos, Juan Filloy (un verdadero lúdico del lenguaje: todos los títulos de sus libros, por ejemplo, tienen siete letras, a él se deben algunas verdaderas “obras palíndromas maestras”. Según sus propios cálculos, escribió 8.000 palíndromos), no por ser un palíndromo este nombre pero casi, cuando lo leí de atrás para adelante fue grande, sorpresivo y  placentero mi descubrimiento, ZITRO sin lugar a dudas era un nombre puesto por don ORTIZ, el cual leyó al revés su apellido para bautizar sus maquinitas, cosa que he podido verificarlo desde la fuente.
PD: Lo del vikingo no es una frase descolgada; Una frasecita tomé de Taringa y otra de Fantino.
Una imagen vale más que mil palabras dicen:
Ortiz Gaming
https://www.google.com.ar/search?q=ortiz+gaming&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=UgFuUd-vLubW0QGnpYH4Cw&ved=0CAcQ_AUoAQ&biw=1024&bih=643
Zitro
https://www.google.com.ar/search?q=zitro&aq=f&um=1&ie=UTF-8&hl=es&tbm=isch&source=og&sa=N&tab=wi&ei=-gtuUfzxKIus8ATgx4CIBQ&biw=1024&bih=643&sei=_QtuUcLGJYrq9ASRjIGADw
 

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