Los 10 ganadores:
Arturi (Nicolás)
Se terminaba el año 1978. El lugar era Lomas de
Zamora, en Buenos Aires, La Argentina. La Selección local había ganado el
Mundial de Fútbol. El Presidente era Jorge Videla.
Cristina esperaba a su primer hijo. O hija. Si usted
que lee esto tiene menos de 25-28 años, quizás no sabe que eso de saber el sexo
antes de que el niño nazca es posmoderno. En esa época uno se embarazaba y
elegía dos nombres: uno de nene, y uno de nena. Cuando el bebé nacía, una
rápida inspección ocular daba por terminado el suspenso. De este modo, a uno lo
llamaban por su nombre por primera vez cuando todavía estaba llorando, en los
brazos del médico.
Pero eso, en el caso de Cristina, todavía estaba en
duda. O, como dirían pa'l norte, "fifty-fifty". Porque Cristina ya
sabía que si su niño era niña, se iba a llamar María Agustina. Pero si era niño,
la cosa estaba dudosa.
El segundo nombre iba a ser Roberto. Padre y abuelo se
llamaban así, así que, si era primogénito, era "Algo" Roberto, por
tradición (Una que, me cuentan, él no piensa continuar). Como primer nombre
sonaba fuerte Sebastián. Hasta que alguna amiga o un familiar de esos metidos,
le recordó a la madre que todos lo iban a cargar por una propaganda, famosa en
esa época, de pollos "San Sebastián doble pechuga" (desde que supo
esta historia se preguntó si ya todos sabían que iba a ser panzón). En fin,
fuera Sebastián, y volvemos a "Algo".
Hasta que pasó una de esas cosas raras que pasan cada
tanto. Una de esas pequeñeces que se vuelven historias. El hermano de Cristina,
de visita, pasó por delante de la panza, la acarició con suavidad, y dijo
"Hola, Nicolás".
Las cosas cayeron en su lugar. Nicolás Roberto.
Como para refrendar la historia de su tío, Nicolás
Roberto nació el 6 de diciembre de aquél año, que es, según el santoral
cristiano, el día de San Nicolás de Bari.
Nota del autor: me cuentan que, desde la escuela
primaria, a Nicolás no lo llaman ni por su nombre, ni Roberto, ni siquiera
María Agustina. Casi todos los que lo conocen le dicen por su apellido. Pero
bueno, todo no se puede.
Baldur Wolfert
Esta es una historia real, que surgió cuando cursaba
el colegio secundario en el partido de San Martín, más precisamente en el
colegio "Instituto Maipú". Una etapa muy linda, donde con pocas
obligaciones quedaba mucho tiempo para la aventura y la diversión.
Entre varios compañeros, había dos que eran muy unidos
entre ellos, el dúo inseparable era
conocido con el nombre: "el sueño del pibe". Esto se debe a la
unión de sus apellidos Berga-Grande. A Lucas Berga lo vi el año pasado en un
encuentro de ex alumnos del colegio y tengo su tarjeta, muy buen pibe, me dio alegría
verlo. Y Gastón Grande se dedico a la actuación, trabajó en varios programas de
TV, en cine y teatro. Y por esas vueltas de la vida, ganó en el año 2011 el premio " Actor
Revelación de Comedia (Premios Carlos), por su papel en Flor de Pito,
interpretando el papel de Doctor Choco." (Esto se puede ver en Wikipedia)
Brenda Bauza
Nombre + Apellido: igual a duda
existencial
Mi historia no es graciosa, el nombre al que refiero
tampoco, pero manifiesto la experiencia respecto de lo que puede influir el
nombre de alguien en la vida diaria, por más que en apariencia sea uno más.
Mi historia se sitúa cuando accedí a participar de una
muestra de “Constelaciones Familiares”, un poco difícil me resulta contar en qué
consiste esta terapia psicológica realizada en forma de Taller, pero en pocas
palabras podría decir que es un encuentro en el cual plantean que para
solucionar algún problema personal rápidamente uno debe “abrirse a otra
dimensión y si bien continúo, también tengo relación con lo pasado. Tomamos
todo el pasado y vamos al futuro”. , por si les interesa un poco más en
profundidad entender el tema http://www.constelacionesarg.com/actividades.html
Y este Taller se comparte con personas que uno no
conoce, entre ellas estaba Adolfo Mengele, un hombre de 50 y pico de años,
rubión, grandote, a quien veía por primera vez (en apariencia en estado
psíquico normal). Yo no tenía intenciones de participar en la constelación
(solo iba para hacerle el favor a una psicóloga amiga que comenzó realizando
este tipo de terapias). Obviamente te deben ver la cara de “por favor no
cuentes conmigo” y me llamaron para participar en la Constelación de Adolfito.
Esta constelación significa: El consultante plantea un tema o problema y luego
de una entrevista breve, focalizada, se acuerda con él una hipótesis de
trabajo.
Se le solicita que ubique en el espacio esa imagen
interna que tiene del “problema”. Cuando el trabajo es grupal, se elijen
representantes para el consultante (ahí estuve yo!) y su problemática, y estas
personas tienen sensaciones coincidentes con aquellas a quienes representan,
sin conocerlas, ni tener información sobre ellas, confirmándolo con el
consultante. Básicamente había que ver que se sentía frente a los problemas que
planteaba Adolfito.
Adolfito me miró a los ojos un rato laaaargo, miró a
la mujer de al lado también participante como yo (otro rato largo), bajo los
ojos, se sintió como aliviado, nos preguntaron nuestras sensaciones. La verdad
yo lo único que sentí era hambre (eran como las 2 de la tarde y no había
almorzado), pero traté de profundizar y dije que mi sensación era
“tranquilidad”, la mujer de al lado ni me acuerdo que dijo pero algo parecido a
mi sentimiento, y entonces Adolfito con alegría tranquila esboza: no tengo nada
que ver con estos sádicos……
Muuuucha intriga me llevó a lograr que alguno de los
participantes del Taller me cuente que este hombre es adoptado y al no tener en
claro nada de su historia familiar siente que su nombre es una conjunción de
Adolf Hitler y Josej Mengele, un médico nazi apodado “el Angel de la Muerte”.
Teniendo en su mente que sus padres eran descendientes de Josef, e idolatraban
a Adolf, trata de identificar si los sentimientos que llevaron a estos
personajes horroríficos se encuentran en su interior guardados. Y según me
comentaron los más experimentados en Constelaciones, yo podría representar
alguno de los sentimientos más oscuros de esos criminales…y por suerte el sentimiento
más profundo era comerme una milanesa de soja con puré de calabaza….
Daniel Giudice
Mi historia comienza en la querida Italia de donde mi
familia proviene. Nosotros somos los Giùdice y mi bis abuelo don Marino Giùdice
desembarco en las costas uruguayas huyendo de la guerra y buscando un futuro
prospero (el cual no lo encontró, por lo menos que yo sepa) para su familia que
tenía la sana costumbre de ponerle el
nombre del patriarca a su hijo primogénito, la mía no es la excepción
por lo tanto mi abuelo le puso MARINO a su único hijo nacido en Uruguay y este
hizo lo mismo con su primogénito (mi tío MARINO)
Bueno el caso es que desde el arribo al barrio de mi
familia y su vínculo con la parroquia de
la zona por ser el proveedor directo de
hortalizas, frutas y legumbres. Todo el barrio nos conoce a nosotros
como "los Marinos" durante 3 generaciones.
Un día empezando mi búsqueda natural del sustento
propio le entrego un curriculum a un amigo de mi padre el cual gestionaría una
entrevista para conseguir un empleo por demás beneficioso económicamente para
su servidor, por lo tanto puse como referencias personales al párroco de la iglesia
que me vio nacer y formarme (que mejor referencia, no?). Al otro día fui a una
entrevista en recursos humanos, en la cual me fue muy bien, solo restaba verificar
las referencias y me llamaban para arrancar inmediatamente.
Pues no me
llamaron... entonces me comunico con el amigo de mi padre que ofuscado me dijo:
"¡Pelotudo! ¿Qué
referencias diste? llamaron a la parroquia y dijeron que no conocían a ningún
Mario Giùdice y entonces llamaron al que seguía en la selección"
Yo no podía creerlo... porque no hay nadie en el
barrio que no me conozca a mí o a mi familia y arranque para la parroquia a ver
qué paso, entonces al entrar me encuentro con la Sra. que atiende la puerta y
se encargada de administrar, cocinar y limpiar la parroquia que me conoce desde
niño y me hacía arroz con leche solo por darme el gusto (divina la viejita,
dios la tenga la gloria). Acto seguido le pregunto: - ¿Carmen sabes si alguien
llamo para preguntar y pedir referencias personales mías?
- Ay no marito
- ¿Segura Carmen? ¿No me llamaron de "tal"
empresa?
- Ah, sí llamaron (hizo una pausa y me miró sin entender nada)
Entonces ahí me
cayó la ficha y le dije: ¿Carmen cómo me llamo yo??
- Marito
- ¿Marito qué Carmen?
- MARINO
Y ahí me la mire, le di un beso y me fui. Divina la
viejita, me hizo perder terrible trabajo... que Dios la tenga el gloria. ¡Qué
loco pensar que la gente que te vio nacer y crecer en el barrio y que uno puede
pensar que sabe todo de vos! TE PUEDEN CAGAR ESE RATITO DE VIDA POR UNA SIMPLE
PAVADA, COMO EL NOMBRE
Querido jurado de notables, este caso es verídico, me encantaría
tener pruebas, pero como verán es más anecdótico que otra cosa
Emo Alonso
Durante 3 años trabajé en un instituto que preparaba a
niños para el ingreso al secundario; allí entre tantos compañeros estaba DARIO.
Si bien no compartíamos actividades extralaborales, teníamos un buen vínculo.
Lo llamativo de Darío, no eran sus dotes físicas o intelectuales; aunque de las
primeras no tengo nada que opinar y de las segundas solo puedo decir que era un
buen docente... lo llamativo era su apellido. Éste no hacía referencia a ningún
aspecto particular de su persona, pero era FEO. No, Darío no era feo; o sí, no
sé. FEO era el apellido. No es que tuviera un feo apellido, FEO era el
apellido. Sí, F-E-O. Sin embargo, lo que se hereda no se elige y si bien viene
a cuento para la historia, no es "LA HISTORIA".
Cuando yo lo conocí él tenía una simpática familia
compuesta de su mujer (que no recuerdo el nombre) y una pequeña de 2 años
llamada LEILA. Un día quedaron embarazados nuevamente, brindamos, festejamos,
nos reímos, hicimos chistes, fuimos haciendo el seguimiento semana a semana de
vómitos, controles, ecografías y demases hasta que llegó un día con un sonrisa
de oreja a oreja a contarnos que era un varón... "¡Buenísimo la
parejita!" dijo alguien medio ñoño. ¡Macho! dijo otro. Hasta que algún
hijo de puta vino a hacer la pregunta de rigor... ¿Ya pensaron nombres??? No
hace falta que les diga la complejidad que tendría esa pobre madre para elegir
la combinación que marcaría para siempre a la pobre criatura. Cuando ella se
enamoró nunca pensó que sus hijos portarían semejante apellido. Luego las
cartas ya estaban echadas.
Cuando nos dijo que el nombre ya estaba decidido se creó
una expectativa enorme, se hizo silencio y lo dijo. El silencio posterior fue
aún más profundo. Nadie se atrevió a decir nada, nos miramos y con una sonrisa
incómoda alguien se atrevió a repreguntar... ¿Dale en serio? "En serio es
el nombre que a nosotros nos gusta" Quisimos hacerlo entrar en razón, repetimos el nombre sílaba a
sílaba, le recordamos que su hijo haría la escuela secundaria y sería un blanco
irrenunciable para las cargadas de sus compañeros... Nada lo hizo reconsiderar
la decisión.
Unos meses después en un moisés blanco con vivos
celestes YOEL descansaba plácidamente sin imaginar su predecible futuro, ni lo
abultada de la cuenta que le pasaría el analista.
Gusti Furman
Esto data de hace algunos años atrás, y para ponernos
en contexto comentamos lo siguiente. Grupo de amigos de entre 20 y 25 años,
pertenecientes a un mismo equipo de futbol, yendo a jugar contra otro club, en
el marco de la gran catalogada liga FACCMA. Ahora bien, al momento de entrar al
lugar nos encontramos con la garita de seguridad, y una señorita que nos pide
los nombres y nos cobra el estacionamiento. Dentro de los integrantes del auto,
quien manejaba contestaba al nombre de Federico Amigo. Pues luego, al momento
de ir repasando los nombres uno por uno, cuando llega el momento del conductor
la señorita pone cara de "ya sé que no soy una autoridad respetable, pero
tampoco me tomen para el chiste amiguitos", ante la repregunta de la
señorita, el auto comienza a estallar de risas, hasta que nuestro Amigo Amigo,
termina de explicarle que no es un chiste, que ese es su verdadero apellido. Al
culminar esa explicación el conductor comienza a reírse cuando ya el auto
estaba callado, y ante esto, los demás integrantes le preguntan del porque de
su risa tardía, a lo que el argumenta, pobre mina, en el auto de atrás viene Nicolás
Mikey.
Julia Goldberg
No, claro. Es que yo no le dije. Yo le quise decir
pero claro, justo justo. Justo cuando le dije usted entendió mal y entonces me
empezó a nombrar de un montón de formas distintas que se le iban ocurriendo
pero claro, no me llamo así. Ni chabón, ni amigo. No soy su amigo, disculpe que
me distancie, pero no lo soy, apenas si nos conocemos. No soy "master" y tampoco
"maestro", con suerte pasé la secundaria para que usté piense que soy
maestro de algo. No me venga con eso de "don". No tengo ningún don y
lamentablemente la vida se encarga de confirmar que don Juan tampoco soy. Nada
de dones.
Lo de señor me
queda un poco incómodo y decirme joven es como reírse en mi cara. Decirme
"papá" o "abuelo" es una falacia y una familiaridad que
está de más.
Mejor dejémoslo
así. Yo le dije y usted no entendió o yo no le dije y usted entendió y se hizo
el sota, vaya uno a saber porque nunca se sabe nada. Mientras no me diga
"mi amor", "bichi", o "cariño", más o menos
vamos. El resto está de más. En fin, vengo a
buscar la planilla para llenar el formulario, gracias.
Marto Golzman
"Como siempre, los payasos son
los primeros en todo"
No se sabe bien donde, no se sabe bien cuando. Pero la
historia más repetida del conjunto familiar, se supone transcurre en la plaza
del barrio, aproximadamente en el año 1987.
El protagonista de esta historia Gaby, mi hermano.
Situémonos entonces en la plaza. Día primaveral del año 87, cabe destacar que
el cumpleaños de Gaby es el 21 de septiembre,
lo que nos hace deducir, que ya se encontraba en la tierna edad de 4
años. En el medio de la plaza un payaso, lleno de niños alrededor. El payaso
hace la pregunta más temida por algunos y mas festejada por otros ¿hay algún
chico que se anime a pasar? Gaby, que a aquella edad no conocía aun la
vergüenza o el pánico escénico, valientemente alzo su mano y fue elegido entre
tantos, que deseaban como él, la oportunidad de ser el centro de atención.
Lo que ocurrió a continuación sigue dando que hablar.
Payaso: ¿Cómo te llamas?
Gaby: Gaby, respondió con absoluta claridad.
P: ¿Ah te llamas Gabriel?
G: No, me llamo Gaby.
P: Bueno, pero
en realidad tu nombre es Gabriel y te dicen Gaby.
En ese momento Gaby o Gabriel, como ya es evidente,
giro la cabeza en dirección de la única persona que podía defender su caso. En
esto encontró a su madre con los hombros alzados y haciendo un ademan con la
cabeza que solo podía significar "y...si, te llamas Gabriel".
Si bien el
pobre Gabriel tuvo que volver a sentar los cimientos de eso que conocemos como
principio de identidad, hoy en día podemos reírnos y afirmar que mi hermano
conoció su nombre por boca de un payaso.
Hasta el día de
hoy, la bobe confunde esta, con otra historia y asegura que el payaso era Hugo
Midon.
Nadia Zimerman
El monólogo de Jaime Bond
Mi nombre es Bond, James Bond.
Bueno, en realidad soy Jaime.
Jaime Bondorovich, un gusto. No me miren así por
favor.
Es que mi viejo era un fanático; y siempre creyó que
su apellido era un sino.
Apenas salió de ver Nunca digas nunca jamás (con Sean
Connery, él le decía Yonny, tenía un poster autografiado en su oficinita, un
poster que consiguió por correo después de mandar 87 cartas a Estados Unidos.
Al lado había una patente de auto con el nº cero-cero-siete) Apenas salió,
decía, confundió a mamá con Kim (la rubia infartante que había conquistado
Yonny en la película) y se le abalanzó.
Mamá estaba acostumbrada, pero no dejaba de sentir
cierta inquietud.
En fin, que no bien termina todo, él le susurra: “le
vamos a poner James”.
Mi vieja le tenía mucho cariño, pero también un
poquito de miedo. Y por miedo, precisamente, a que cometiera alguna locura
(porque estaba loco, pero hasta ahí era un loco “lindo”, de esos que hacen
sonreír y dan como penita) le siguió la corriente.
Cuestión que a los nueve meses nací yo.
“Bond” dijo papá. “James Bond”.
La mujer del Registro Civil tenía un rodete tirante,
anteojos de marco grueso y un poco de bigote; más bien una sombrita negra (esto
me lo contaron, claro, yo era un bebé); se quedó con la birome entre el dedo
índice y pulgar, y de a poco fue
golpeteándola, cada vez más rápido contra la pera; en un movimiento
pera-bigote-pera, recubierta de una pelusa a tono con la sombrita.
“Señor; eso que ve atrás suyo es una cola. De gente.
Haga el favor de dejarse de embromar y apúrese que no tengo todo el día”.
Mamá esperaba a un costado junto con mi tía, conmigo
upa envuelto en una mantita blanca. Y empezó a preocuparse. Miraba de reojo al
policía de la puerta.
Papá insistió: “Señora.”
“Señorita” contestó la mujer.
“Señorita. Anote: James Bond.”
La tipa hizo un movimiento brusco con la cabeza y
resopló. Hacia el guardia.
Mamá, que me sacudía de arriba abajo para mantenerme
entretenido y calladito, empezaba a sentir calor y a sofrenarla a mi tía que
quería llevarse a papá por la fuerza.
“A ver, qué parte no entendió caballero. Acá no
inscribimos en extranjero. Acá hablamos castellano, sí? ¿Qué hablamos acá?”
“Castellano” contestó mecánicamente papá en voz baja;
fue una regresión repentina: en el colegio de chico lo obligaban a repetir la
última palabra del discurso lectivo, cosa
que se usaba mucho en la época. Pero enseguida recapacitó: “Señora. James Bond
es un nombre internacional. Lo entienden acá, en Suecia y en la China”.
Justo ahí me largué a llorar; con tal chillido que mi
tía empujó a un par de viejas de la fila hasta llegar a un metro de papá.
Mamá fue a distraer al guardia con la excusa de
sacarme a tomar aire. Pero no tuvo éxito.
“¿Algún problema?” preguntó el guardia a la empleada.
“Ninguno, agente. Con la señora nos estamos
entendiendo a la perfección. Simplemente que no sabe anotar el nombre de un ser
humano”.
“Ah bueno. AH BUENO” se escuchó que decía la mujer;
“esto es el colmo. Graciela!”
Otra empleada de uniforme gris se acercó al mostrador.
Mi tía se peleaba mientras con una vieja de la cola
que la acusaba, precisamente y con razón, de colarse.
“¿Qué pasó Beatriz?”
“Hacé el favor de atender al señor. Yo me voy a la
catorce” Y despareció por una puerta que decía 14.
Mamá ya no sentía las piernas; veía de lejos, como en
una niebla, el tumulto; la gente protestando, insultando, papá que no se movía,
el guardia que lo agarraba del brazo y movía la boca sin parar.
Mamá salió a tomar aire, sin dejar de moverme de
arriba abajo, como en hamaquita.
Finalmente
salió papá sacudiendo una libreta roja.
Un hombre le cedió una silla a mi tía. Mamá veía cómo
gentilmente levantaba y bajaba la mano varias veces moviendo la nada. Parecía
que la estaba apantallando; la tía tenía la mejilla rasguñada y el pelo
revuelto.
Yo había parado de llorar. Mamá se fijó en la libreta.
“¿Así lo anotaron?”
“Sí” le contestó papá “No hubo caso”.
Mamá fue a buscar a la tía y salieron del bracete.
Papá prendió un cigarrillo.
Mamá me envolvió todavía más, como un matambre, y suspiró.
“Yo te dije que éste no era el que te convenía. Te lo
dije o no te lo dije?” le gritó
prácticamente mi tía, que nunca se lo había bancado a mi viejo.
“Sí, me lo habías dicho. Jaime, saludá a tía Moni.”
“¿JAIME!!!??” chilló la tía. “Pobre criatura. Pobre
criatura”.
Se alejaron los tres por la vereda. Algunos del Civil
se habían asomado a la puerta, murmurando.
Veinticinco años pasaron, de aquella mañana.
Por eso les repito, no me juzguen.
Mi nombre es Bond. James Bond.
Pero si quieren pueden decirme Jaimito.
Pablo Rodriguez
Esta es mi historia:
Le pregunte a mi padre sí tenía un nombre en la
familia que fuera raro. Paso a detallar diálogo.
Yo- "che,
Pa! ¿No sabes de un familiar que tenga un nombre raro?"
Papá -
"sí, sí...... Tu abuela se llamaba Flora....."
Yo- "¿y?
"
Papá - " y eso, se llamaba Flora... Para que querés
saber?"
Yo- " es
para un juego que tiene consignas por semanas donde participamos un montón de
gente"
Mi hermano- (intervención fundamental) " aaah....ese
juego que están tus amigos de ARGENTINA..."
Papá - " ARGENTINA? ..... Cemento.......
Muro.....trabajo....voluntario.......sí es necesario.....!&!#*@!&"
Hasta ahí pude llegar, se corto el diálogo por el
resto del día.
Con
clusión: mi abuela se llamaba Flora y no sé porque
yo me llamo Pablo y a papá no le gusta el juego!
Una de las menciones especiales de 3 puntos:
Federico Rutt
ZITRO
Dirán, este es "Categoría Inventado", pero no, es
verídico, como casi todo lo que les escribo aquí.
Como cada vez que uno empieza con algo, lo que vale siempre
es la primera impresión y lo que me sorprendió fue la palabra
"Ludópata". Y como algo tengo que ver en esa palabra y me gusta
relacionar todo, hasta lo irrelacionable, he usado métodos como la correlación
y la convolución para que me ayuden, "casi descubro la Fusión en Frío,
pero eso lo dejo para después", me gustó relacionar Ludópatas con máquinas
tragamonedas.
Por eso la elección del nombre ZITRO, nombre de unas
maquinitas de bingo que tanto gustan a un montón de ludópatas más. Y como me
gusta interiorizarme de todo, hasta el más mínimo detalle, me pregunte porque
Don Ortiz, las había bautizado de esta manera.
Don Ortiz, junto con su hermano, habían seguido la empresa de
su padre, o la habían creado ellos, en este momento tengo las dos versiones,
pioneras en máquinas de bingo, “Ortiz Gaming”, luego de unos desacuerdos, por
llamarlos de forma elegante, deciden cada uno de los hermanos, emprender su
camino, uno siguiendo con la compañía y otro creando otra con el nombre ZITRO.
Fue grande mi sorpresa cuando ni siquiera en “San Google”
encontraba la respuesta del significado de este nombre, no tenía que ver con
juego, no venía de ninguna palabra germana, no era el nombre de ningún vikingo
con diente azul, por lo que mi interés cada vez fue creciendo más y más,
entonces decidí comenzar desde el principio para intentar lograr descifrar el
significado de este nombre el cual estaba envuelto en un gran misterio, al
menos para mí y seguro en grandes estudios académicos a los cuales jamás sería
capaz de acceder o entender, ni decir por si acaso si había algo de ocultismo o
esos menesteres, evidentemente este NOMBRE
llegaba al límite de lo …
Para para para, y si empezamos por lo fácil, porque creemos
que todo es tan complicado, producto de académicos sobresalientes y demás…
Cuando dije arriba “empezar desde el principio parece que no
me había referido realmente al principio”. Y si claro, Don Ortiz no se había
esforzado mucho por la elección del nombre de su empresa, quizás hasta lo dijo
en chiste, quizás con unas copas o vaya a saber porque, pero todo el misterio
del nombre quedo develado al acordarme de uno de mis escritores favoritos, Juan
Filloy (un verdadero lúdico del lenguaje: todos los títulos de sus libros, por
ejemplo, tienen siete letras, a él se deben algunas verdaderas “obras palíndromas
maestras”. Según sus propios cálculos, escribió 8.000 palíndromos), no por ser
un palíndromo este nombre pero casi, cuando lo leí de atrás para adelante fue
grande, sorpresivo y placentero mi
descubrimiento, ZITRO sin lugar a dudas era un nombre puesto por don ORTIZ, el
cual leyó al revés su apellido para bautizar sus maquinitas, cosa que he podido
verificarlo desde la fuente.
PD: Lo del vikingo no es una frase descolgada; Una frasecita
tomé de Taringa y otra de Fantino.
Una imagen vale más que mil palabras dicen:
Ortiz Gaming
https://www.google.com.ar/search?q=ortiz+gaming&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=UgFuUd-vLubW0QGnpYH4Cw&ved=0CAcQ_AUoAQ&biw=1024&bih=643
Zitro
https://www.google.com.ar/search?q=zitro&aq=f&um=1&ie=UTF-8&hl=es&tbm=isch&source=og&sa=N&tab=wi&ei=-gtuUfzxKIus8ATgx4CIBQ&biw=1024&bih=643&sei=_QtuUcLGJYrq9ASRjIGADw